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El primer ministro británico, Boris Johnson, no cree que el Reino Unido sea un país racista, luego de las reacciones de los manifestantes durante el fin de semana contra el racismo y en memoria de George Floyd, el afroamericano asesinado el último 25 de mayo durante una detención policial en Minneapolis.
Así lo afirmó esta tarde el vocero oficial del ministro en la sesión informativa de Downing Street, la residencia del Gobierno británico, cuando se le preguntó sobre qué opinaba el primer ministro de las protestas en el Reino Unido.
El portavoz dijo que Johnson consideró que el derribo ayer de la estatua del comerciante de esclavos del siglo XVII, de Edward Colston, en la ciudad de Bristol, en el sudoeste de Inglaterra, fue un «acto criminal».
«La opinión del primer ministro es que en este país, donde hay una fuerte opinión y hay un proceso democrático que debe seguirse, la gente puede hacer campaña para sacar una estatua, pero lo que sucedió ayer fue un acto criminal y cuando se viola la ley penal, eso es inaceptable y la policía querrá encontrar a los responsables«, indicó.
Agregó que el primer ministro entiende absolutamente la fuerza del sentimiento, «pero en este país resolvemos nuestras diferencias democráticamente y si la gente quería la eliminar la estatua, hay caminos democráticos que se pueden seguir».
El portavoz dijo que Johnson no creía que el Reino Unido fuera un país racista aunque no duda de que siga habiendo discriminación y racismo.
Hemos logrado un progreso muy importante, pero aún queda mucho por hacer y no seremos complacientes en nuestros esfuerzos para erradicar el racismo y la discriminación”
Como contrapartida, el alcalde de Londres, Sadiq Khan, destacó hoy el alivio de muchos bristolianos por la caída de la estatua de Colston.
Dijo en declaraciones a la cadena de radio LBC, que se han «se han estado quejando de las estatuas de Colston durante décadas» y que la desaparición del monumento se ha convertido, con suerte, en el comienzo de una tendencia más generalizada.
Khan señaló además que en Londres «también hay estatuas de esclavistas» y sugirió que sería muy útil para el Reino Unido que las ciudades se llenaran con el recuerdo de «iconos de los que podamos estar orgullosos en lugar de avergonzarnos».
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