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«Los pauelos no se rinden», la respuesta de Taty Almeida a la vandalizacin en Plaza de Mayo
Los pañuelos blancos pintados en el piso alrededor de la Pirámide de Mayo, como homenaje a la lucha de las Madres de Plaza de Mayo, fueron reconstruidos hoy por trabajadores de Ate-Capital, luego de aparecer nuevamente vandalizados tras la última marcha opositora del 9 de julio pasado.
Respetando el distanciamiento social y el uso de barbijos -como marca el protocolo por el coronavirus- una treintena de trabajadores del gremio, que encabeza Daniel Catalano, llegaron esta tarde a la histórica plaza, munidos de pintura blanca para tapar las tachaduras realizadas con aerosol rojo sobre los pañuelos, emblema de la histórica lucha de las Madres.
Repitaron los pauelos luego del ataque.
En una actividad que duró menos de una hora y de la que participaron Catalano, la legisladora porteña Victoria Montenegro (Frente de Todos) y Daniel Wrobel, encargado del área de Derechos Humanos de Ate-Capital, los símbolos volvieron lucir su color blanco.
Los pañuelos habrían sido vandalizados en el marco de la movilización opositora del 9 de julio, con idénticas características a lo ocurrido hace tres semanas, durante la anterior protesta anticuarentena.
«Estos actos están en sintonía con los mensajes que incansablemente pretenden insertar en la sociedad los fogoneros del odio», destacaron en un comunicado las Madres de Plaza de Mayo, Línea Fundadora.
Los ataques también fueron repudiados por la Asociación Madres de Plaza de Mayo, que preside Hebe de Bonafini; Abuelas, Familiares, H.I.J.O.S., APDH La Matanza y el Cels, entre otros organismos, al igual que la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
«Nosotros estamos demostrando que los pañuelos no se rinden; si los ensucian, los volvemos a pintar, porque al agraviar a los pañuelos están agraviando la memoria de nuestros hijos», declaró a Télam, Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora.
Almeida también repudió los actos de vandalismo sobre la placa en homenaje al escritor y periodista Osvaldo Bayer, ubicada en la Plazoleta de los Derechos Humanos, en la localidad entrerriana de Concepción del Uruguay.
«También allí los odiadores de siempre dejaron su huella. Todas estas son señales del un odio que nosotros jamás sentimos, a pesar del dolor que tenemos por los que los milicos hicieron con nuestros hijos: Las Madres, Abuelas, Hijos y el resto de los organismos siempre exigimos justicia pero justicia legal, nunca por mano propia», señaló Almeida.
En diálogo con Télam, Wrobel, señaló que los trabajadores de ATE ofrecieron a la Madres reconstruir los pañuelos pintados en el piso en torno a la Pirámide de Mayo como un «acto de amor a lo que ellas representan: su incansable lucha por los derechos humanos y su compromiso por una democracia con justicia social».
«Los pañuelos son un símbolo que remite a la lucha por los 30 mil desaparecidos y el pedido de justicia contra los responsables de la dictadura cívico militar, muchos de nosotros trabajamos en programas vinculados a la memoria y entendemos al Estado como un facilitador de los derechos humanos en el sentido más amplio del término», completó.
En ese sentido, Wrober marcó que existe una «relación directa» entre el ataque a los pañuelos pintados en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo y «aquellos sectores de la derecha intolerante que no quieren que el pueblo acceda a los mismos derechos que ellos tienen y que el Estado debe garantizar, como el acceso a la salud y a la alimentación».
«Los pañuelos no se rinden», aseguraron las Madres en el comunicado y enfatizaron que «no solo no nos rendimos, sino que dada la sistematicidad de las agresiones a nuestros símbolos de lucha, hoy más que nunca los refrendamos, así como también reivindicamos la memoria y el legado de los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos».
Por último, reafirmaron su postura frente a las agresiones: «Nunca más el silencio, nunca más la indiferencia ante los ataques de los agoreros del odio y, frente a sus incansables hostigamientos, respondemos exigiendo justicia, jamás venganza».
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