
La escoliosis es una deformación de la columna vertebral en la que esta se desvía hacia los lados para formar una “S” o “C”. Aunque la columna tiene curvas naturales, en la escoliosis estas son exageradas. Y esto afecta la postura y la simetría del cuerpo.
Aunque muchas personas la padecen desde la niñez, también aumenta entre los mayores de 60 años.
Los síntomas más visibles de la escoliosis incluyen hombros o caderas desiguales, una escápula más prominente y una columna que parece torcida al inclinarse hacia adelante. En casos graves, puede causar dolor de espalda, fatiga muscular e incluso problemas respiratorios debido a la presión que la columna ejerce sobre el tórax.
Sin embargo, muchas personas con escoliosis leve no experimentan dolor ni sienten molestias significativas, según aclara la Clínica Mayo.
Las causas varían según el tipo de escoliosis: la más común es la idiopática, de origen desconocido, aunque factores genéticos, neuromusculares o enfermedades congénitas también podrían influir. En adultos, la degeneración de discos y huesos son las causas más comunes.
La doctora Berta Escudero Cisneros, cirujana especializada en columna, en Áptima Centro Clínico, de España, explica en el pódcast La píldora de salud que hasta un 60% de los adultos mayores puede desarrollar esta patología. El síntoma más habitual, dijo, es el dolor lumbar crónico, acompañado en muchos casos de debilidad, fatiga o incluso artrosis por inflamación de las articulaciones.
Para Escudero, “cuando empezamos a envejecer, los elementos de la columna comienzan a degenerarse de forma asimétrica”, lo que favorece la aparición de estas desviaciones.
La escoliosis degenerativa aparece con el envejecimiento, mientras que la idiopática deriva de una desviación muchas veces no detectada en la infancia. La primera se aborda con fisioterapia, analgésicos, higiene postural o infiltraciones para aliviar el dolor, mientras que la segunda suele requerir cirugía.
Esta intervención, aunque compleja, está protocolizada y consiste en fijar las vértebras mediante tornillos y barras, con un periodo de recuperación de entre tres y seis meses.
Escudero destaca que la prevención resulta esencial para cuidar la espalda y evitar la escoliosis degenerativa. Adoptar buenas posturas, dormir con apoyo en piernas o rodillas, mantener un peso saludable y reforzar la musculatura abdominal son pautas básicas. Actividades como pilates, yoga, taichí o natación ayudan a fortalecer el cuerpo sin sobrecargarlo.



